TATUAJE
Me fui olvidando paulatinamente
De cómo era tu rostro
Y sin embargo,
Quedaron en mis ojos como nubes
Tatuadas sin quererlo, aquellas líneas,
Que formaban tus pechos
Tu cintura,
Y esos pilares de alabastro puro
Que son tus piernas, y también tus manos,
Que volaban sin prisa
Por el aire,
Y me dejaban ese tierno aroma
Que se impregnaban
En mi piel
Desnuda.
Se me fueron
Olvidando las palabras
Que me decías, mientras recorrías,
Mi vasta geografía
Para explorarla;
Más sin embargo,
Un dejo tenue de música, me envuelve,
Cuando quiero tocarme y me descubro,
Que en este pentagrama
Que escribías, las notas son remisas
Y se niegan,
A bajar de las cuerdas
Al pulsarlas.
No, no quiero sentir
Tus pulsaciones,
Que han quedado
En mi adentro, susurrando,
Los miles de latidos que entregabas,
Cuando te dabas
Toda hasta el cansancio;
Y la respiración no te alcanzaba,
Para ir cabalgando,
Sobre el lomo,
De este alazán cerrero
Y caminante.
Vano,
Es que quiera deshacer
Tu nombre,
De esta suave pizarra
En que escribiste,
Tus mejores poemas por la tarde,
Y he preferido entonces
No olvidarte,
Haciendo caso omiso el olvidarte,
Dejando que las horas,
Se distraigan,
Jugando con el rastro que dejaste,
Para poder vivir,
Sin lastimarme.
Carlos Carrascal Claro
Ocaña, mayo de 2013
Me fui olvidando paulatinamente
De cómo era tu rostro
Y sin embargo,
Quedaron en mis ojos como nubes
Tatuadas sin quererlo, aquellas líneas,
Que formaban tus pechos
Tu cintura,
Y esos pilares de alabastro puro
Que son tus piernas, y también tus manos,
Que volaban sin prisa
Por el aire,
Y me dejaban ese tierno aroma
Que se impregnaban
En mi piel
Desnuda.
Se me fueron
Olvidando las palabras
Que me decías, mientras recorrías,
Mi vasta geografía
Para explorarla;
Más sin embargo,
Un dejo tenue de música, me envuelve,
Cuando quiero tocarme y me descubro,
Que en este pentagrama
Que escribías, las notas son remisas
Y se niegan,
A bajar de las cuerdas
Al pulsarlas.
No, no quiero sentir
Tus pulsaciones,
Que han quedado
En mi adentro, susurrando,
Los miles de latidos que entregabas,
Cuando te dabas
Toda hasta el cansancio;
Y la respiración no te alcanzaba,
Para ir cabalgando,
Sobre el lomo,
De este alazán cerrero
Y caminante.
Vano,
Es que quiera deshacer
Tu nombre,
De esta suave pizarra
En que escribiste,
Tus mejores poemas por la tarde,
Y he preferido entonces
No olvidarte,
Haciendo caso omiso el olvidarte,
Dejando que las horas,
Se distraigan,
Jugando con el rastro que dejaste,
Para poder vivir,
Sin lastimarme.
Carlos Carrascal Claro
Ocaña, mayo de 2013
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